Más allá del ladrillo: descubriendo el lado humano de los líderes del sector.
Lunes, con L de Lazos.
Queremos conocer mejor a quienes están construyendo el presente y el futuro del sector, pero no a través de cifras o proyectos… sino desde lo cotidiano, lo humano. Porque detrás de cada decisión estratégica hay una persona, y también queremos contar esas historias.
Esta vez me toca a mí escribir en primera persona.
La semana pasada, Laura García, responsable de comunicación de Grupo Ibricks, me nominó para esta sección. Tarde o temprano me tocaría pasar por mi propio “interrogatorio”. Supongo que también os merecéis conocer un poco más a la periodista que cada semana se cuela en vuestra bandeja de entrada con preguntas personales para esta sección (que, por cierto, tiene muy buena acogida).
Si podéis hacer como que no os dais cuenta de que me estoy entrevistando a mí misma… os lo agradecería.
¡Empecemos!
Soy Alba Merino, responsable del área de Construcción en C de Comunicación y nací para comunicar. Estudié Periodismo en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona) y antes de llegar a C de Comunicación pasé por la Agencia EFE, donde me especialicé en periodismo económico gracias a una beca de CaixaBank.
También escribí para medios locales y periódicos barceloneses como El Diari de Barcelona y The New Barcelona Post, y actualmente también colaboro con la revista La Vida En Rosa, donde escribo reportajes y realizo entrevistas.
¿Un lugar para perderte?
Mi querida Barcelona. Echo de menos el bullicio de sus calles, su diversidad cromática, esa humedad que abraza y se queda en la piel… y los edificios modernistas que parecen respirar historia.
¿Un libro que recomiendes?
La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, sin duda alguna. Un libro precioso. Una historia que puede releerse infinitas veces porque en cada una de ellas se descubren detalles que habían pasado desapercibidos. Soy muy fan de esos finales que te dejan sin aliento y te obligan a releer las últimas páginas para ver si has procesado bien la información (mejor no sigo, no vaya a ser que suelte un espóiler sin querer).
¿Cuál es tu comida favorita?
Esa es una pregunta muuuy complicada. En términos de generación Z, me considero “una foodie”. Os lo traduzco: amante de la comida en general. Pero si tuviera que comer por ejemplo lo mismo todos los días lo tendría claro, el cocido de mi abuela. Angelines, si estás leyendo esto, eres la mejor cocinera del mundo.
¿Cuál es tu película favorita?
El diario de Noa, cada vez que la miro lloro, y me encanta jaja.
¿Tienes alguna habilidad o pasatiempo poco común?
No diría que es un pasatiempo “poco común“, pero escribir es mi refugio. Me gusta dar forma a pensamientos en prosa, a veces sin rumbo ni propósito. Escribir me calma, me ordena… y a veces me revela cosas que ni yo sabía que pensaba.
¿Cuál es tu deporte favorito para practicar o ver?
Jugué muchos años al voleibol. Me fascina ese equilibrio entre precisión y caos controlado. Un deporte que parece suave hasta que te atrapa el sonido seco del balón y el pulso del equipo moviéndose al unísono. Hay algo casi hipnótico en esa sincronía. Y por supuesto la celebración de un punto que parecía imposible.
¿Qué música te ayuda a relajarte?
Cuando necesito relajarme, escucho música instrumental o ambiental. Me ayuda a liberar estrés y a mantener la concentración, especialmente mientras trabajo en redacción o revisión de contenidos.
¿Mejor consejo que has recibido?
“No esperes a que los demás actúen como tú lo harías.” Me ha acompañado como una brújula en muchos momentos. Antes solía tomarme las cosas demasiado a pecho, pero con el tiempo he aprendido a soltar, a no esperar que todo el mundo piense o reaccione igual que yo. Ahora intento practicar un poco más el estoicismo… y vivir con más calma. De momento, funciona.
¿Lugar al que te encantaría viajar?
Sueño con perderme en Japón. Desde los templos tranquilos hasta las luces de Tokio, pasando por los cerezos en flor…
¿Superpoder que elegirías y por qué?
Mi superpoder elegido sería detener el tiempo. Imagina poder congelar un segundo perfecto y saborear cada detalle sin que nada se escape, las veces que uno quiera.